Obra esculpida a mano en obsidiana arcoíris con tonalidades verdes intensas. La pieza representa el rostro humano dividido entre vida y muerte: mitad calavera, mitad rostro vivo. La obsidiana, pulida con maestría, revela vetas iridiscentes que cambian con la luz, evocando la transición entre planos. Una alegoría poderosa de la dualidad y el equilibrio en la cosmovisión ancestral.
Obra esculpida a mano en obsidiana arcoíris con tonalidades verdes intensas. La pieza representa el rostro humano dividido entre vida y muerte: mitad calavera, mitad rostro vivo. La obsidiana, pulida con maestría, revela vetas iridiscentes que cambian con la luz, evocando la transición entre planos. Una alegoría poderosa de la dualidad y el equilibrio en la cosmovisión ancestral.